Este Fondo tiene como finalidad incentivar a investigadores y estu- diosos a escribir Ensayos sobre temas Sociales, Históricos y Políticos que motivaron durante la vida al Profesor Hugo CORES (Uruguay) -de compromiso con trabajadores y sectores populares- su acción mili- tante, como docente, escritor y periodista, referida a la causa "de los de abajo".

Palabras de Hugo Cores sobre luchas obreras

En 1999, en la sede de la Fundación Viván Trias, Hugo participó en un taller de intercambios sobre “Luchas obreras en los 50 y unidad sindical”, junto con Irmo Bidegaray, Pedro Toledo e Ignacio Huguet, todos militantes sindicales.

Estas fueron sus palabras en esa actividad:
Entiendo que actividades de este tipo, de reflexión abierta, de intercambio de experiencias vividas y de jornadas contra el olvido, contra la desmemoria son imprescindibles en el proceso de repensar la realidad del país, de reconstruir y fortalecer nuestra izquierda.

El período que abordaremos se caracteriza por el auge de una propuesta neobatllista liderada, fundamentalmente, por el Sr. Luis Batlle Berres que retomó una parte considerable de lo que fueron las ideas medulares aplicadas por José Batlle y Ordoñez en los primeros años del siglo y que tanta singularidad le dieron a la historia del país.

Importa destacar esto, porque los años 50, por lo menos la primera mitad, son normalmente evocados como el paraíso perdido, con la época del esplendor, de los éxitos deportivos, un poco la “belle époque” que nos tocó vivir.

Una parte de nuestra memoria y la memoria de los compañeros que han trabajado en la historia del movimiento obrero pretende mostrar que aún en esa “belle époque”, de supuesto paternalismo, las condiciones de reproducción del capitalismo dependiente uruguayo llevaban a la explotación de los trabajadores, que costaba sangre, sudor y lágrimas construir organizaciones, que a ningún gremio le regalaban nada, sino que todo era fruto de la organización, de las cotizaciones, de las huelgas, en fin, del sacrificio de los militantes y de los trabajadores que con su unidad, que iban construyendo y reconstruyendo, lograban conquistas que después se incorporaban a la legislación vigente. Existía la lucha de clases que ahora el neoliberalismo pretende poner en cuestión. Recordemos no sólo que ésta existía sino también los términos de dureza en que se daba en aquella época.

La década del 50 es también el comienzo de la declinación de un proceso casi ininterrumpido del desarrollo que tuvo el país, que abarcaría casi 50 años. Porque los períodos de estancamiento, que sobretodo en el agro comenzaron en el 30, fueron en parte paliados, por un proceso de desarrollo de la industria. Se podría decir que el país prácticamente conoció 45 años de avance ininterrumpido. Pero a partir del 55 eso se empieza a modificar por los límites impuestos por la dependencia económica.

Hasta aquí llegó el proyecto liderado por la burguesía, liderado por estos sectores. Lo que el Batllismo y el Neobatllismo conquistaron en materia de independencia nacional, de planificación económica, de fortalecimiento de las empresas públicas, de legislación laboral, de mejoras de la seguridad social, se detiene y se empieza a constatar que el país pierde en la balanza de pagos, el precio de la carne cae, el país se endeuda y en esta década se produce el punto de inflexión en la dependencia.

A fines de la década del 50, en 1959, el país firmará la primera carta de intención y desde 1959 hasta hoy, hay una creciente pérdida de soberanía porque los que empiezan a decidir el gasto público, los salarios y la inflación, son los gobernantes en acuerdo con los funcionarios internacionales que el Fondo Monetario enviaba, y ya desde entonces monitoreaba, desde las Oficinas de Planeamiento y Presupuesto y del Banco Central, la conducción económica del país.

Esta década también se caracteriza por el comienzo de una conciencia latinoamericanista y antimperialista. Dicho así parece sencillo, pero construir un pensamiento propio es sumamente difícil. Yo no conocí a Mariátegui hasta el año 60, creo que eso nos pasó a muchos de nosotros. No conocíamos lo que ocurría en otros países de Latinoamérica. En la década del 50, con la revolución boliviana de 1952, la guatemalteca de 1954 y sobre todo la cubana de 1959 fuimos aprendiendo de América Latina, fuimos conociendo otras realidades. Creo que este es un paso importantísimo del desarrollo tanto de la izquierda como del movimiento obrero. Cuando digo “conoce”, no estoy pensando sólo en el Partido Socialista o en el Partido Comunista o en la Federación Anarquista, sino en el pronunciamiento que las organizaciones sindicales hacían, como se discutía sobre esta temática, cómo ésta llegaba a integrar las asambleas y cómo eran objeto de debate.

El otro punto es que de la división histórica entre las corrientes anarco sindicalistas, las corrientes más vinculadas al Partido Comunista y las corrientes más vinculadas al Partido Socialista, hay un pasaje a la unificación popular. Esto ocurre dentro del movimiento obrero, y desde éste hacia el movimiento estudiantil. Ya en la lucha por la autonomía universitaria, que es del año 1951, hay indicios de cómo se entendía la importancia de la autonomía universitaria desde el movimiento obrero y sobre todo lo que fue después la lucha contra el tratado militar en 1953 y que culminó con las grandes manifestaciones de 1958, que fue cuando surgió por primera vez no como slogan, sino como realidad, aquello de “obreros y estudiantes unidos y adelante.

Recordemos que en Argentina, un país próximo, se había gestado “aquella cosa” que dividió tan penosamente al movimiento popular argentino, “alpargatas si, libros no” y la idea de que el movimiento estudiantil representaba la libertad y la democracia, y el movimiento obrero representaba el totalitarismo peronista, y que los sindicatos peronistas y la Federación Universitaria Argentina eran opuestos, antagónicos, y estaban enfrentados. Eran dos sectores populares que tenían su tradición importante y que lamentablemente en ese período y durante muchísimo tiempo anduvieron por carriles separados.

Otro aspecto sería la “estatización de los partidos tradicionales”. Comienza un fenómeno cada vez más frecuente, estos tienen menos contenido ideológico y programático y cada vez más son oficinas de reparto de empleo. Son impensables fuera del Estado, han desarrollado, por ejemplo, el clientelismo, la pérdida de la vitalidad ideológica y el sostenimiento electoral en función de la Ley de Lemas.[ La Ley de Lemas consiste en la acumulación de votos dentro de un mismo partido, por lo cual el candidato más votado suma los de los otros candidatos presidenciables del mismo partido]. Me tomé el trabajo de mirar con qué porcentajes fueron electos los últimos presidentes del país. Martínez Trueba ganó en 1950 con el 19,5 % de los votos, Luis Batlle Berres ganó con el 28,9%, es el que tiene la mejor elección de todo el período. La fórmula Etchegoyen – Nardone en 1958 ganó con el 24 %. La UBD en 1962 con el 27% y Gestido obtuvo 21,3%. El que se acercó más a Tabaré Vázquez fue Luis Batlle Berres con el 28,9%. Tabaré Vázquez es el candidato presidencial más votado en todo lo que va del siglo con el 30% de los votos. Ninguno de los que gobernaron en esta época, tuvo, salvo Luis Batlle Berres, ni de cerca los votos que tuvo Tabaré Vazquez en esta elección.

En el orden económico, la inserción del Uruguay en el mercado internacional se vio favorecida, durante un tiempo, por los altos precios de los productos exportables: lana, carne, cueros, etc. Esto es muy conocido, pero en la reconstrucción de Europa y en el desarrollo de la guerra fría, los Estados Unidos retomaron la ofensiva sobre América Latina y se inició la tendencia de la caída de los precios de las materias primas, tendencia histórica para el subdesarrollo y que ha sido muy analizada y explicada en la obra de Vivian Trías.

Políticamente se empezó a gestar una izquierda de base auténticamente Latinoamericana, las denuncias contra Stalin en el XX Congreso de la URSS fueron un paso que, aunque lentamente, empezó a favorecer una mayor autonomía de los partidos comunistas frente a la Unión Soviética y lo mismo sucedió con las denuncias contra los partidos social-democrátas que gobernaban o participaban en gobiernos que practicaban políticas colonialistas en Asia y Africa. Es el caso del Partido Socialista que denunció al Partido Socialista Francés en la guerra de Argelia. También está mostrando que desde estos partidos se miraba la realidad latinoamericana no por el ojo de los socialistas y comunistas europeos sino cada vez más y a lo largo de la época, con ojos latinoamericanos.

Jorge Luis Lanzaro tiene un trabajo donde desarrolla la idea de una alianza de la clase obrera con la burguesía industrial, un poco apuntando a que en el país había paternalismo, concordia de clases, el Estado como representación de clases. A mi me parece que tiene un concepto equivocado. No hubo alianza de la clase obrera con la burguesía industrial. La clase obrera y la burguesía estuvieron enfrentadas; que en algunos puntos la clase obrera estuviera interesada en el desarrollo de la industria es un aspecto, pero eso no significa una alianza de clases, ésto tiene otro significado. La alianza de clases sería de la burguesía industrial con los ganaderos, que entre otras cosas necesitaban de la burguesía industrial como la burguesía industrial necesitaba de los ganaderos. Eran dos fracciones de la misma clase. Aquella alianza planteada por Lanzaro parece un concepto riesgoso e incorrecto.

En el puerto, por ejemplo, existía una organización de rompehuelgas que se llamaba “la gorra blanca”, una organización de matones y de gansters; de tanto en tanto aparecía un dirigente sindical golpeado por este grupo. Allí actuaba Blas Facal, que sacaba un periódico que se llamaba “Proa”, y también Wellington Galarza, Esteban Kikich. En general predominan en esa zona, anarco-sindicalistas, la Federación Naval agrupa a 28 gremios, edita este periódico y su lema es “La vida es lucha”.

En esos meses, estoy hablando del año 1950, coincidente con Maracaná, fueron ocupadas 150 fábricas de la industria metalúrgica y dice el Ministro de la época, en el Parlamento, que es la primera vez en el país que los sindicatos asumen esta modalidad de lucha. En ese momento la fábrica “Ferrosmalt”, presidida por el Ing. José Serrato, ex-presidente de la República, montó un ejército de 150 individuos dirigidos por un ex-militar. Hubo varios obreros heridos de bala.

Pedro Saenz, en FUNSA, reclutó gente con avisos que salieron en el diario “El Día” diciendo que había un sobre-salario y el arma la proporcionaba la empresa. O sea matones dentro de la empresa para quebrar una y otra vez la organización obrera.

En una huelga, ese mismo año, estoy hablando de hechos del año 1950, hubo un incidente y mataron al obrero D. Gómez de la Federación de Obreros de la Lana.

En julio, junto con los éxitos deportivos de Obdulio Varela, el ejército intervino en el puerto y en los frigoríficos y rompió la huelga. Esta terminó porque en las tareas los rompehuelgas hicieron cualquier estropicio, y aunque después los sindicatos denunciaron que se dañaron máquinas, faltaron cuchillos, etc., la huelga la rompieron.

En la reforma constitucional de 1951 se intentó poner límites a la autonomía universitaria. La FEUU decretó la huelga general y en setiembre logró el retiro de una propuesta que transformaba la Universidad en otro Ente Autónomo más, con un Directorio político de tres cargos para el partido mayoritario y dos para el minoritario, al paladar de los partidos Colorado y Blanco de la época.

En octubre de 1951 hubo una huelga general solidaria con el conflicto de ANCAP, es la huelga solidaria más larga de la historia del país. Duró casi tres semanas.

En marzo de 1952 se implantaron medidas de seguridad contra los trabajadores de Salud Pública. Legisladores blancos y colorados las apoyaron, dijeron que se había instalado un soviet en los hospitales y que por esto no se podía entrar. Fue una huelga muy dramática porque aplicaron medidas represivas, entró el ejercito a los hospitales, creando situaciones de extrema gravedad.

En setiembre de este mismo año, hubo nuevas medidas prontas de seguridad, esta vez contra los trabajadores del transporte, fue la huelga general de los gremios solidarios, sobre la cual justamente nosotros hicimos un trabajo. Fue una huelga muy intensa e importante, participaron 34.000 trabajadores, fue una huelga que duró 16 ó 17 días y que coincidió con un momento de mucha tensión entre Uruguay y Argentina. Se trató de crear una fobia antiperonista, dar la idea de que había una infiltración, una intención del peronismo de desestabilizar al país. Al Uruguay se lo quiso presentar como una especie de fortaleza democrática frente al avance totalitario y se prohibió la circulación de los diarios argentinos. A la huelga se la combatió como un intento de subversión peronista y comunista. No era ni una cosa ni la otra porque al final el partido comunista no acompañó la huelga y obviamente el peronismo no tenía en el país más que un pequeño núcleo que tenía muy poca importancia. Editaban un periódico, Omar Díaz era su director pero no consiguieron tener el menor apoyo del movimiento obrero uruguayo.

En 1953, en plena guerra fría y aplicación del punto cuarto del Plan Truman, se produjo una movilización sumamente importante de la FEUU y una cantidad de gremios obreros, sindicatos autónomos y UGT, contra el tratado militar con los EEUU. Fueron momentos en los cuales hubo anticomunismo, actos de intimidación y persecución a docentes, en un clima entibiado de macartismo, es decir, hubo un intento de implantar la persecución por ideas en el país.

Así quedan planteados los primeros síntomas y las primeras consecuencias de un estancamiento productivo que todos los historiadores colocan por los años 30 y cuyos efectos sociales comienzan a notarse. Hay un libro de aquellos años de Chiarino y Saralegui: “Detrás de la ciudad”, que muestra un panorama muy fuerte donde se nota el empobrecimiento de las clases medias y de los sectores populares del campo. Estas clases medias y los sectores productivos fundaron después la Liga Federal de Acción Ruralista, este fue un fenómeno nuevo, interesante, con una participación de masas importante, dirigida por una personalidad política negativa, muy polémica, como lo fue Benito Nardone, que llegó a ser Consejero de Gobierno. Este movimiento derivó muy rápidamente en una prédica anticomunista, persecutoria de los sindicatos. La Liga Federal, como tal, era un movimiento nuevo que representaba un hecho real: había capas de granjeros, de pequeños ganaderos, de habitantes de la zona próxima a Montevideo que ya estaban sintiendo el impacto del estancamiento y de la crisis económica de la que el país aún no ha salido.

El proceso de descomposición de la estructura económica del agro uruguayo se ha mantenido casi ininterrumpidamente salvo algunos pequeños bolsones que han tenido y tienen mínimos ciclos de prosperidad, como lo hubo en torno a Bella Unión con la fruta y el azúcar, como el desarrollo del citrus, el arroz y la lechería. Es decir salvo 3 ó 4 excepciones la tendencia es la que se marcó en los años 50 y es la que generó los rancherios, los pueblos de ratas. Recuerdo la presencia de Raúl Sendic organizando a los trabajadores rurales y a Orosmín Leguizamón, con grave lesión ulterior en un accidente, que organizó el gremio de los arroceros y que denunciaba esa situación que se generaba en pleno período de prosperidad del país.

Hay una presión muy fuerte de los EEUU, que están recomponiendo su dominio sobre América Latina, reclamando libertad de comercio, y hay algunas protestas de industriales uruguayos frente a eso, diciendo que la libertad de comercio que se manifestó en el abatimiento de las barreras arancelarias tiene sobre la industria nacional un efecto profundamente nocivo; produciéndose allí un cierto forcejeo. Luis Batlle Berres tenía expresiones de nacionalismo, de cierta defensa del espacio industrial nacional, pero no las llevó hasta las últimas consecuencias; no denunció, no enfrentó. Es el destino de esta fracción que forcejea pero termina cediendo, porque no es capaz, no tiene la fuerza, ni se ha organizado como para oponerse verdaderamente a la potencia hegemónica que es en ese momento los EEUU.

En este período vivimos también lo que fue la gran presión para que el Uruguay enviara tropas a Corea. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas pidió que se enviaran tropas; Colombia se aprestó a enviar un destacamento, e inmediatamente una alta fuente de la Cancillería de los EEUU manifestó que lo conveniente sería que lo hiciera un país notoriamente democrático como el Uruguay, y empezó una gran presión para que se mandaran tropas, pero como había un movimiento popular, un estado de espíritu democrático, un Partido Nacional no proclive a eso, hay que reconocerlo, el país no mandó, felizmente, tropas a Corea, no se vio envuelto en ese acontecimiento.

En esos años Vivian Trías puso en evidencia cómo en el Uruguay Batllista se estaba produciendo el proceso de acumulación: denunció las 500 familias que poseían el 40% de la tierra, así como 60 empresas acaparaban el 33% del capital industrial y como 30 apellidos ocupaban puestos claves en esas empresas. En las listas figuraban prominentes hombres de los partidos tradicionales y muchos nombres aparecían en los directorios de las empresas imperialistas: Saenz, Serrato, Frick Davis, Posadas Belgrano, Gómez Folle... un grupo que estaba no sólo detentando un creciente monopolio del capital industrial, ya entrelazado con el bancario, sino a su vez con las empresas imperialistas que estaban trabajando en el país.

En ese período se produce la ya mentada reforma constitucional colegialista de 1951 que, entre otras cosas, habilitaba la colaboración de los dos grandes partidos para asegurarse un gobierno de unidad nacional, llamémosle así, conservadora; era una anticipación de la situación actual. Quijano en un editorial señalaba que la perspectiva del país con estas estructuras atrasadas era de desestabilización socioeconómica.

A su vez fomentaba la estatización de los partidos, se regulaba el reparto de los directorios de la administración pública entre los dos grandes partidos.

También había una intención de los sectores conservadores de ponerle trabas al liderazgo de Luis Batlle Berres, que para muchos era visto como un liderazgo populista. Luis Batlle Berres, en esa época, iba a actos de los ferroviarios, hablaba él y después lo hacia el presidente de la Federación Ferroviaria; es decir él tenía un diálogo con el movimiento obrero: iba a las asambleas, recibía delegaciones, si era citado para la inauguración de un local, iba... o sea era una personalidad que tenía aristas del viejo estilo batllista. Sus primos Lorenzo y César Batlle, atrincherados en “El Día” y el resto de los sectores conservadores colorados riveristas y el Partido Nacional veían en Luis Batlle a alguien que se podría parecer a Perón, que podía hacer un gobierno popular y el colegiado les era útil para debilitarlo, para desdibujar una gestión más popular encarnada por Luis Batlle Berres.

Existían en el movimiento sindical varias tendencias: los anarco sindicalistas de la FORU muy atrincherados en la teoría del pacto federal, que iban perdiendo fuerza pero todavía tenían los sindicatos del Taxi y del Gas, un grupo minoritario pero con cierta influencia ideológica. Los anarco sindicalistas actuaban en los sindicatos autónomos, como FUNSA y en casi todos los sindicatos había uno, dos, diez... Los socialistas actuaban en la Confederación Sindical del Uruguay que luego fue muy autocriticada por el Partido Socialista, y en casi todos los sindicatos autónomos, como Humberto Gómez en la Federación Autónoma de la Carne. Los Comunistas en la UGT que en este momento tenía 32 sindicatos en Montevideo y 14 en el interior; no obstante la mayoría de los sindicatos y los más numerosos eran autónomos: los textiles, FUNSA, una parte del transporte, la carne, etc..
Podríamos decir que eran sumamente heterogéneos en su composición político ideológica, en sus modalidades de acción. Eran combativos, clasistas y una de las cosas más interesantes era la voluntad de ir cediendo su autonomía para buscar puntos de confluencia con la UGT y los demás sindicatos elaborando ese proceso de sentir la identidad de clase y aprestarse a construir una forma de intervención unitaria como trabajadores.
También estaban los cristianos, la Juventud Obrera, los intentos peronistas de la CGT y la Acción Gremial batllista, apoyado desde las páginas del diario “El Día” que tuvieron poca influencia.
Esas tendencias estaban marcadas por una suerte de atavismo que era reflejo de discrepancias, de divergencias que venían muchas veces del pasado, venían de Europa; antagonismos que venían de las grandes disputas entre socialistas y comunistas después de las veintiuna condiciones, después de aquel hecho terrible que fue, en la España republica , la guerra civil, y lo que fue la confrontación dentro del campo republicano entre comunistas y anarquistas, que dejó heridas tremendas y que proyectaron un anticomunismo que se manifestaba con dureza.

La nueva realidad del país, el estancamiento productivo, el endurecimiento de las patronales y otras acciones comenzaron a crear otro clima, que es el que después se va a sintetizar en grandes acciones solidarias, por ejemplo una muy importante, que jalona el período, con relación a la huelga de la carne. En esa década hubo instancias importantes en materia huelguística, por ejemplo la de la fábrica Ferrosmalt, con Serrato al frente, donde murió la compañera María del Carmen Díaz en 1955. Pero todos los historiadores (Héctor Rodríguez, German D’Elía, y el ex-Senador Enrique Rodríguez) han jerarquizado la importancia de esta huelga en la que participaron todos los frigoríficos, en su mayoría concentrados en las proximaciones del Cerro, y el Anglo de Fray Bentos, que realizó una marcha hacia Montevideo. Hubo grandes movilizaciones con mártires, allí murieron dos compañeros, uno en un incidente con un rompehuelgas, otro como consecuencia de una huelga de hambre: Ruben Paleo, que era el Secretario de Propaganda de la Federación Autónoma de la Carne.

En ese momento la Federación Autónoma de la Carne convocó a una Central única con tres características: que sus dirigentes no fueran activistas políticos, que los dirigentes estuvieran en actividad, rechazando la idea del dirigente rentado y que la actividad fuera exclusivamente sindical, existía mucho resentimiento de lo que podía ser la utilización política de la organización sindical.

Posteriormente, ante el sentimiento de estar enfrentados a una nueva realidad, por parte del gobierno y las patronales, se convocó la Asamblea Consultiva de Sindicatos Pro Central Unica de Trabajadores, el 17 de mayo de 1959, en la que participaron 78 organizaciones sindicales representativas a su vez de más de un centenar y que marca un paso más en este proceso de unidad.

Podríamos decir que desde 1956 a 1964, en estos 8 años fueron múltiples las instancias y circunstancias que impulsaron el proceso de acercamiento que culminó entre 1964 y 1966 con la conformación de la CNT, sobre la base de un proceso muy discutido, muy pensado, muy reflexionado, con unos estatutos muy democráticos y con un programa que ya anticipaba un movimiento obrero que empezaba a superar una visión corporativa. Una visión puramente circunscripta en la rama de la industria en la que estaba, o sea un sindicalismo que empezaba a mirar al país y que se proponía hablar de reforma agraria, de no someterse a las imposiciones del FMI, empezaba a plantear el tema de la banca al servicio del país, una reestructura de la banca, nacionalización de la banca.

Ese sindicalismo con cierta perspectiva nacional recogió todo lo que se sembró en los años 50 y se condensó con ese instrumento importantisimo y formidable que fue la CNT, sin la cual sería impensable el Frente Amplio y sin la cual sería impensable el Encuentro Progresista, o sea la situación de la izquierda actual. Esto es una central obrera democrática que tiene relaciones fluidas con otros sectores, particularmente los estudiantes pero también con vínculos hacia el movimiento de jubilados, de los cooperativistas y otros sectores plasmados después en el congreso del pueblo, esta voluntad de irse uniendo contra lo que Trías llamaba las 500 familias, grupos de entrelazamiento del poder político y económico que en el país se venía configurando desde la década del 50.

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